miércoles, 14 de octubre de 2009

Educación "laica" o "libre". / 1958

La más impresionante movilización estudiantil del siglo XX en la Argentina se produjo en la primavera de 1958. Fue la derivación que tuvo la determinación sorpresiva del gobierno de Arturo Frondizi de abrir paso a la legalización de la enseñanza privada en el nivel universitario, tal como propiciaba la Iglesia. Esa batalla política, con la participación directa de los jóvenes en la calle, quedó resumida en una polarización sintetizada a su vez en dos palabras: laicos o libres. Los partidarios de la educación laica eran fieles al sistema, proveniente de la Ley Avellaneda, de 1885, reasegurado con la Reforma Universitaria de 1918. Los otros, en cambio, apoyaban que las universidades privadas pudieran otorgar títulos habilitantes. La variante había sido promovida en su momento por el gobierno de Eduardo Lonardi, cuyo católico ministro de Educación era Atilio dell' Oro Maini. A él se le atribuiyó el decreto Nº 6.403, cuyo artículo 28 privatizaba el sistema educativo en beneficio de los colegios y centros de estudio que tenía la Iglesia. Dos años después, las posiciones eran irreductibles, en medio de actos y refriegas, y en coincidencia con el primer satélite ruso al espacio que llevaba por primera vez un ser vivo: la sacrificada perra de nombre "Laika", usado como mofa contra los laicos. En esa brega participaron dirigentes que tendrían actuación posterior en el campo político. Entre los laicos estuvieron Guillermo Estévez Boero, Roberto Quito, Mario Kestelboin y Eduardo Luis Duhalde. Entre los libres, Alberto Mazza y, desde Córdoba, Jorge de la Rúa. El 15 de setiembre se realizó la primera movilización al Congreso, a cargo del sector privatista. En nombre de los estudiantes habló Mazza (luego casado con una prima del "Che" Guevara y cuarenta años más tarde ministro de Carlos Menem). Y tres días después, se realizó la concentración de los laicos, que reunió según estimaciones de la época, unos 300 mil adherentes. Entre otros, hablaron Ismael Viñas y José Luis Romero. La división alcanzó a la misma familia del presidente, cuyo hermano, Risieri Frondizi, rector de la Universidad de Buenos Aires, fue un tenaz opositor a la reforma. En el debate parlamentario se destacó el diputado oficialista (UCRI) Horacio Domingorena, partidario de la ley, que se consiguió luego de idas y vueltas entre ambas Cámaras. La última votación en Diputados no tuvo los dos tercios requeridos para la derogación del artículo 28, con lo cual quedó vigente. Posteriormente, hubo choques entre estudiantes y policías, un enfrentamiento que, si bien sin la gravedad que tuvieron esa noche, había sido frecuente a lo largo de esos convulsionados días. El conflicto se agravó por la activa participación de los estudiantes secundarios que en muchos casos ocuparon sus propios colegios e impidieron el dictado de clases.

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