martes, 23 de marzo de 2010

Revoluciones Americanas en 1810


Rebeliones de los pueblos originarios contra el dominio español


Ubicación de los Virreinatos y las Capitanías Generales en América


Virreinatos de América

Los virreinatos fueron las representaciones administrativas de la monarquía española en América, como ya había ocurrido en Europa, tratándose, por ej., de Cataluña o de Nápoles. Algunos, como el de la Nueva España, en México, o el del Perú, superaron en magnificencia a la corte hispana. El primer virrey de México fue Antonio de Mendoza, que cumplió estas funciones desde 1535 hasta 1550, pasando luego a Lima para ocupar el mismo cargo. El primero, en el Perú, fue Francisco Pizarro, que murió asesinado. Hubo allí nueve virreyes durante el s. XVI y catorce durante el s. XVII; en México, durante iguales lapsos, nueve y dieciocho. Más tarde, en 1717, fue creado el Virreinato de Nueva Granada, que comprendía lo que luego fue la Gran Colombia, desde Quito hasta Venezuela. En 1776 quedó establecido el Virreinato del Río de la Plata, cuyo primer virrey fue Pedro de Cevallos. Comprendía las actuales naciones de Paraguay, Uruguay, Bolivia y la Argentina. Los virreyes eran representantes directos del monarca español, presidentes de la Audiencia, superintendentes de la Real Hacienda y vicepatronos de la iglesia, cuya máxima autoridad religiosa eran los arzobisposNotas: 1) Límite entre las colonias españolas y portuguesas a comienzo del siglo XVIII; 2) Tratado de Madrid de 1750, rectificado en 1777; 3) Lí­mites administrativos coloniales; 4) Expansión de los "bandeirantes"; 5) Rutas del comercio marítimo; 6) Puertos habilitados para el comercio con la metrópoli; 7) Territorio de las misiones jesuistas.VirreinatosEje administrativo y político de toda la organización colonial, los virreinatos españoles de América constituyeron el principal instrumento del que se valieron los sucesivos soberanos para afirmar la autoridad real en aquellas tierras. El virreinato era una institución concebida como representación suprema de la corona española, por medio de la cual se concedía el gobierno de determinadas demarcaciones territoriales a los llamados virreyes, cuyas atribuciones eran muy superiores a las jamás gozadas por ningún otro funcionario real. Si bien su origen se remonta a la edad media, sus rasgos comenzaron a definirse a mediados del siglo XV en las posesiones ultramarinas y reinos dependientes de la corona de Aragón, y su apogeo tuvo lugar con la creación de los virreinatos de Indias, donde, en virtud de su enorme extensión y lejanía de la corte, se dotó al virrey de una singular preeminencia como alter nos del propio monarca, que en su nombre ostentaba los privilegios y atributos reales dentro de ciertas limitaciones. El cargo de virrey lo ocupó por vez primera en América Cristóbal Colón, si bien de forma fundamentalmente honorífica, sobre las tierras que había descubierto. Tras la muerte de Colón la dignidad desapareció y la autoridad pasó a manos de las audiencias, o tribunales especiales, pero las irregularidades cometidas por éstas en México y la tendencia de auditores y hacendados a asumir las prerrogativas reales impulsó a Carlos V a establecer en las colonias la institución del virreinato con objeto de que los virreyes se encargaran de la organización de las colonias y reafirmaran categóricamente su carácter estatal y su sujección a la soberanía de la corona

Origen de la palabra Argentina

Argentina - Argentinos, antecedentes del nombre nacionalFuente: Eizaguirre, José Manuel, Páginas argentinas ilustradas, Casa Editorial Maucci Hermano, 1907El nombre Argentina de nuestra nación tiene su origen en hechos de la conquista realizada en estas regiones por grandes pilotos y valerosos soldados españoles en los años de 1516 a 1536.Lo que distinguimos hoy con el nombre «Río de la Plata», es solo el estuario formado por los dos grandes ríos Paraná y Uruguay. Cuando el piloto mayor Don Juan Díaz de Solís descubrió, el 12 de marzo de 1516, este gran caudal de agua dulce que se mezclaba con las aguas del mar, lo llamó «Mar Dulce». Los compañeros de aquel navegante, asesinado por los indios charrúas frente a la isla de Martín García, cuando se retiraron a España desalentados y pobres, más que para honrar al malogrado jefe, para recordar el hecho fatal, llamaban a la región «Río de Solís».En el mes de marzo de 1517 fue nuevamente explorado el estuario por Sebastián Gaboto, quien llegó a remontar el Río Paraná.Este marino encontró en Santa Catalina primero, y después en la costa oriental del «Río de la Plata», a algunos españoles de la desgraciada expedición de Solís, los que aseguraban en virtud de noticias dadas por indios amigos, que en las márgenes del Paraná existían tribus numerosas y poseedoras de piezas de plata en gran abundancia; dato exacto, verificado más tarde por los expedicionarios.Algún tiempo después, Portugal pretendió tener más derechos que España a la posesión de la región bañada por el río que los portugueses llamaban «de la Plata», y que no era otro que el «Río de Solís». La discusión acerca del mejor derecho mantenida por España y Portugal, generalizó el nombre, afirmándolo la fantasía y la codicia de los soldados expedicionarios. Si los indios tenían en su poder muchos adornos de plata, era para los españoles y portugueses una prueba concluyente de que la región era riquísima en ese metal, que en latín se llama argentum.El nombre «Río de la Plata», hablaba entonces con más seducciones a la codicia de, los conquistadores, y fácilmente quedó consagrado.Cuando volvió Gaboto a, España, llevó como únicas riquezas, una onza de plata y una libra más del mismo metal en orejeras y lunas, adornos de los indios.Ese escaso tesoro no modificó el juicio general acerca del nombre fabuloso de las nuevas tierras.Los primeros navegantes y guerreros tuvieron la convicción de que habían descubierto un país lleno de minas, y muchos años y grandes desgracias apenas bastaron para borrar del espíritu de los jefes y de los soldados una pequeña parte de la leyenda. Cuando se agotó la riqueza que poseían los indios del litoral, o cuando entregaron éstos toda la plata que llevaban como adorno en sus cuerpos, los conquistadores fijaron su rumbo hacia el interior. Buscar el camino que llevaba hacia el Perú, era lo mismo que buscar el camino que conducía a la posesión del territorio fabuloso de los ricos metales; pero ya la región de los ríos, había sido bautizada por la costumbre, con el nombre de Argentina.Más tarde los primeros historiadores o cronistas, adoptaron ese mismo nombre en sus obras, y así tenemos La Argentina, de Ruiz Díaz de Guzmán, con el subtítulo «Historia del descubrimiento, conquista y población del Río de la Plata» escrita en el año 1642, y La Argentina o la conquista del Río de La Plata, poema histórico del arcediano don Martín del Barco Centenera, publicado en 1602.Este autor fue, sin duda, el que más fijó y divulgó el nombre y el que lo hizo extensivo a todos los pobladores indígenas y criollos del territorio.En sus manos versos habla así:«Por descubrir el ser tan olvidado.Del Argentino reino ¡gran Apolo!Envíame del monte consagradoAyuda con que pueda aquí, sin doloAl mundo publicar, en nueva historia,De cosas admirables la memoria».En el «reino» aparece también el río:«El río que llamamos argentinoDel indio Paraná o mar llamado,De norte a sur corriendo su caminoEn nuestro mar del norte entra hinchadoParece en su corriente un torbellinoO tiro de arcabuz apresurado.Más el viento sur, plácidamente,Se vence dominando su corriente».En el canto XXI del mismo poema, los mestizos que eran los hijos de las uniones entre españoles e indias y los mismos indios que empezaban a simpatizar más con estos hijos de la tierra que con los españoles, son llamados «la canalla argentina». Un siglo después de la conquista ya se establecían diferencias entre los «españoles puros», que eran los soldados o los colonos que venían de España, y los «españoles americanos» que eran los hijos que aquellos tenían en los hogares formados con indias en estas tierras.Las subdivisiones territoriales se hicieron más tarde, para el gobierno administrativo «de las Provincias del Río de la Plata», e instituido el virreinato en 1776, se llamó, «de las Provincias del Río de la Plata».En los años de 1806 y 1807, una expedición militar inglesa, pretendió tomar posesión de Buenos Aires.Vencidas y deshechas las fuerzas invasoras, un hijo del país cantó la victoria en un poema que lleva este título: El Triunfo Argentino.Recordemos algunos versos de aquel poema:Tiende la vista, soberano dignoHonra este suelo por momentos pocos,Ve allí acampado cabe el ancho ríoEse ejército grande; ve la restaMilitar que los orna; ve el crecidoNúmero de estandartes y banderasVe cual se puebla de ordenados tirosEl aura conmovida, cual varíanDiestramente sus puestos al sonidoDel clarín y a tambor. ¿Qué tropa es ésta?Preguntarás, monarca muy benigno,Oh! ínclito señor, esta no es tropa,Buenos Aires os muestra allí saos hijos;Allí está el labrador, allí el letrado,El comerciante, el artesano, el niño,El moreno y el pardo: aquestos soloEse ejército forman tan lúcido;Todo es obra, señor, de un sacro fuego,Que del trémulo anciano al parvulilloCorriendo en todo vuestra pueblo, todoLo ha en ejército heroico convertido.Esta llama feliz lo ha fomentadoVuestro vasallo del, vuestro caudilloEl ilustre Liniers: en su presenciaSe ve a Marte en los pechos argentinos.Don Vicente López y Planes, porteño, autor de este poema, fue uno de los heroicos soldados en la lucha por la reconquista, y su canto extendió el noble entusiasmo popular por el éxito de aquella campaña. En los últimos versos encontramos todavía esta nota vigorosa de patriotismo:Compatriotas felices, hijos dignosDe la gran Buenos Aires, ya resueltoHa quedado el problema, ya corridoEl velo e con que la negra envidiaProcuraba inspirar á los amigos,De vuestra gloria indigna desconfianza,Atribuyendo a pompa el ejercicioFrecuente de las armas y el plan todo,Que en soldados tornara á los vecinosO cual vengasteis esta insania horrenda!Cuán dignamente habéis correspondidoAl concepto; supremo que otras gentesFormaran de vosotros! vuestro bríoVuestro valor y militar denuedoDe un mortal inminente paroxismoLa América han librado. ¡Oh! defensores¡Ilustres del Perú! ¡Oh! esclarecidos¡Restauradores de Montevideo!¡Oh, vosotros, íberos! ¡oh! argentinos,Que de Roma y Cartago sois afrentaQue habéis gloriosamente competido¡Con los Córdobas, Ponces y Bazanes!Yo más admiro vuestro triunfo digno,Al ver que Febo el rutilante carroAun no pasara por los doce signosDesde que el monstruo de la guerra vieraisPor la primera vez el rostro inicuoCuando vuestro valor llegó al estadoDe hollar legiones y rendir caudillosEn el bélico afán ejercitados.Yo, legiones patrióticas, admiro Recordando las haces y las flotasque cubrían la faz del campo y río,No tanto nuestra patria defendida,Cuanto haberles ganado en un conflicto,En un solo conflicto dos ciudadesY haber de esta manera sostenidoTodo el gran continente americano,Si el nombre había estado olvidado, estos triunfos y el poema en aquellos basado, lo sancionaron para siempre, dándole mayor brillo al nombre primitivo existía un pueblo argentino y guerreros que habían competido en valor al lado de los españoles que pretendían siempre ser los únicos descendientes o herederos legítimos de los primeros conquistadores. La Nación Argentina era ya una consecuencia lógica de aquellas victorias, y los sucesos la colocaron algunos años después en el escenario de la civilización.Más tarde, en la Asamblea Constituyente de 1813, nuestro himno consagró la acción de los argentinos. La última estrofa contiene un grandioso voto:Desde un polo hasta el otro resuenaDe la fama el sonoro clarín,Y de América el nombre enseñandoLes repite: Mortales ¡oíd!Ya su trono dignísimo abrieronLas Provincias unidas del Sud;Y los libres del mundo responden:Al gran pueblo Argentino ¡salud!La Constitución en vigor, reformada en 1860, dice en su artículo 35: «Las denominaciones adoptadas sucesivamente desde 1810 hasta el presente», a saber: «Provincias Unidas del Río de la Plata», República Argentina, Confederación Argentina, serán en adelante nombres oficiales, indistintamente, para la designación del gobierno y territorio de las provincias, empleándose las palabras: ‘Nación Argentina’, en la formación y sanción de las leyes. »
Fuente: http://www.elhistoriador.com.ar/